XLIX Junta Directiva CLAR Tegucigalpa – Honduras

Desde el 18 al 21 de abril de 2024, desde el abrazo de la Trinidad que nos hermana, nos hemos reunido en la XLIX Junta Directiva de la CLAR, las/os presidentes de 20 Conferencias de Religiosos/as de América Latina y el Caribe, acogidos en la Universidad Católica de Honduras, en Tegucigalpa, Campus El Tabor.

Aquí hemos experimentado el cariño del pueblo catracho “que abre sus brazos y su corazón, compartiendo lo que es y tiene, aún si es poco… con la tortilla, el café y los frijolitos”…como emotivamente nos lo hizo saber la hermana Reyna Corea, presidenta de la CONFEREH, han hecho posible la mesa de la solidaridad.

Bajo la tierna mirada de la que es Madre, Nuestra Señora de la Concepción de Suyapa, nos miramos y abrazamos, y con ello, la realidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños que, en medio del dolor, se aferran a la esperanza.
Agradecemos la presencia cercana de Mons. Lizardo Estrada OSA, Secretario General del CELAM, así como del DIVCSVA, que a través de la palabra escrita nos ha invitado a seguir siendo el rostro visible de Dios para su pueblo. También agradecemos a Rhina Guidos, de Global Sisters Report, invitada especial y a tantas instancias que colaboran en la misión de la CLAR.
Para iniciar nos hemos adentrado en la escucha de Jesús como sus discípulas y discípulos, reavivando en nosotros la llamada a ser centinelas de esperanza, para recobrar la fuerza profética que tiene nuestra voz y nuestra presencia en la Iglesia y en el mundo. Vivimos un espacio de silencio y de retiro, para tejer con cinco hilos propuestos por la Presidencia: al ritmo del Espíritu Santo; para que llegue el cambio social y la plenitud del Reino; con el hilo de lo común, porque hay lugar para todas/os en el banquete; de modo sinodal, urgidas y urgidos de comunión y encuentros; desde lo inédito, decididas/os a ir donde no sabemos…”
Agradecemos al Señor los días vividos bajo el amparo de N. Sra. De Suyapa, en sinodalidad y búsqueda!!!
A continuación, compartimos el MENSAJE FINAL:
1. Desde el abrazo de la Trinidad que nos hermana, nos hemos reunido en la XLIX Junta Directiva de la CLAR, las/os presidentes de 20 Conferencias de Religiosos/as de América Latina y el Caribe, acogidos en la Universidad Católica de Honduras, en Tegucigalpa, Campus El Tabor. Aquí hemos experimentado el cariño del pueblo catracho “que abre sus brazos y su corazón, compartiendo lo
que es y tiene, aún si es poco… con la tortilla, el café y los frijolitos”…como emotivamente nos lo hizo saber la hermana Reyna Corea, presidenta de la CONFEREH, han hecho posible la mesa de la solidaridad.
Bajo la tierna mirada de la que es Madre, Nuestra Señora de la Concepción de Suyapa, nos miramos y abrazamos, y con ello, la realidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños que, en medio del dolor, se aferran a la esperanza.
Agradecemos la presencia cercana de Mons. Lizardo Estrada OSA, Secretario General del CELAM, así como del DIVCSVA, que a través de la palabra escrita nos ha invitado a seguir siendo el rostro visible de Dios para su pueblo. También agradecemos a Rhina Guidos, de Global Sisters Report, invitada especial y a tantas instancias que colaboran en la misión de la CLAR.
Para iniciar nos hemos adentrado en la escucha de Jesús como sus discípulas y discípulos, reavivando en nosotros la llamada a ser centinelas de esperanza, para recobrar la fuerza profética que tiene nuestra voz y nuestra presencia en la Iglesia y en el mundo. Vivimos un espacio de silencio y de retiro, para tejer con cinco hilos propuestos por la Presidencia: al ritmo del Espíritu Santo; para que llegue el cambio social y la plenitud del Reino; con el hilo de lo común, porque hay lugar para todas/os en el banquete; de modo sinodal, urgidas y urgidos de comunión y encuentros; desde lo inédito, decididas/os a ir donde no sabemos.
2. Con este tejido, abrazamos a nuestros países hermanos de Nicaragua y Haití que sufren la ignominia de la persecución, por hacer el bien, como Jesús; esperando hacerles sentir nuestra solidaridad.
3. Con este mismo tejido, hecho de retazos de vida y compromiso de más de 150,000 religiosas y religiosos del Continente, acogimos el informe de la Presidencia, Secretariado permanente y Comisiones, quienes nos han dinamizado en el Horizonte Inspirador de las Mujeres del Alba.
Una vez más, damos fe de la profusión del Espíritu que se derrama y hace posible la vida y la esperanza, así comprendemos mejor la multiplicación de los panes (cfr Jn 6, 1-13), desde la fuerza de liderazgos compartidos y en prácticas sinodales. Cada vez más nos reconocemos como esos retazos que conforman la CLAR. ¡Todos somos CLAR!
4. Desde lo que cada una/o realiza y aporta, hemos sembrado nuestro sí como respuesta a los contextos en que vivimos: inestabilidad política, desigualdad económica, violencia y crimen organizado, corrupción, polarización política, crisis migratoria, limitada inclusión laboral, y los lastres del cambio climático que amenazan la vida de nuestros pueblos. En todo esto hemos sembrado nuestro sí, abriendo espacios al Espíritu, promoviendo la integración regional, la democracia, la sensibilidad ambiental y ecológica y el uso de las redes sociales a
favor de la humanización. Hemos estado al lado del que sufre y está marginalizado, caminando en este proceso sinodal, que no sólo tiene repercusión ad intra de la Iglesia, sino que sintoniza con la transformación de la humanidad en este cambio de época en medio del dolor de la guerra en el Medio Oriente y la invasión de Rusia en Ucrania.
5. Como centinelas de esperanza, reflexionamos, profundizamos y experimentamos este “modo de ser Iglesia” que transgrede lo aprendido para dar paso a la novedad evangélica en nuestra vida y estructuras y, en definitiva, para ser una Iglesia en salida con un rostro de soro-fraternidad que hace creíble el Reino. Esto lo hemos hecho retomando los aportes de la Vida Religiosa del Continente ante las provocaciones planteadas por las teólogas y teólogos del ETAP, y que en esta Junta hemos abrazado para dar nuestra palabra al Sínodo próximo a realizarse.
6. Nos hemos encontrado en muchos momentos de gracia: Eucaristía, alimentos, cultura, encuentros. Pero sobre todo, nos hemos dado espacio para escucharnos, juntas y juntos. A lo largo de dos días tuvimos momentos para la oración personal, algunos ante el Santísimo, o bajo un árbol o en la habitación, dejándonos cautivar por Dios, para luego tejer con luces y mociones mediante la conversación en el Espíritu.
Aquello que sale del corazón en espíritu de oración y de diálogo, lo hemos puesto en común, en torno a cinco temas: misión y conversión pastoral; obediencia y modelos relacionales; la formación como camino sinodal; el ejercicio de la autoridad y la renovación de las estructuras… Las hemos llamado “provocaciones”, pues precisamente han hecho eso: provocar en nosotras/os el deseo de mirar la Vida Religiosa como críticos de nuestros errores, agradecidos por el trabajo y el servicio bien hechos, y como constructores de cambios, propuestas y caminos por recorrer.
Esos diálogos que se fueron tejiendo nos siguen cuestionando, desafiando, animando y sobre todo, confirmando en la certeza de que la sinodalidad es el camino a recorrer para la tan anhelada resignificación y transformación de nuestros Institutos, de la Iglesia y de la sociedad.
7. Queridas hermanas y hermanos, al involucrarnos con pasión en estas provocaciones, esperamos sean voz profética que sacuda a nuestras madres y padres sinodales, pero sobre todo que sacudan la inercia, la desesperanza y la dispersión que tantas veces nos destruyen y aniquilan. Queremos decirles desde el abrazo sinodal, a nuestras Nuevas Generaciones, a quienes están entregando todo en la misión y a nuestras hermanas y hermanos mayores, que la sinodalidad es posible, es camino de conversión y vida. Queremos compartirles que el
escuchar al Espíritu en nuestras voces es un ejercicio que nos permite ver y apreciar que en esto no estamos solas/os. ¡Cuánto anima el saberlo y vivirlo!
8. Manifestamos nuestro cariño agradecido al papa Francisco quien con profunda valentía y confianza en Dios impulsa la Reforma eclesial, por su valoración de la Vida Religiosa, el impulso al liderazgo de la mujer y el amor imprescindible por los más pobres como fruto del mutuo amor.
9. Finalmente, nos hemos encontrado con la Vida Religiosa de Honduras, que desde diferentes partes del país emprendieron su andar, como las mujeres del alba, para hacer posible que en los territorios de muerte brille la vida del Resucitado, hacia la aurora de un nuevo amanecer porque el Espíritu hace nuevas todas las cosas (cfr. Ap. 21,5).
En el abrazo Resucitador de Cristo, nuestra Esperanza y bajo la mirada esperanzada de las mujeres del alba de este bello pueblo de Honduras, participantes de la XLIX Junta Directiva de la CLAR.

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