Las Hermanas Doroteas dejaron Frías

Luego de 43 años de transmisión de la fe, el amor, la paz y la promoción humana en pro del anuncio del Evangelio, la Congregación de las Hermanas Doroteas de Cemmo, por decisión de la superioridad, dejaron su tarea pastoral en la ciudad santiagueña de Frías. El domingo 23, por la noche, se celebró una misa de acción de gracias en la que se despidió a las hermanas Marta, Ángela María, Teo y Ornella, las últimas representantes este instituto de vida consagrada.

La misión de las religiosas fue abierta en Frías el 3 de abril de 1971, por pedido del entonces obispo de Santiago del Estero, monseñor Manuel Tato, para colaborar con la tarea evangelizadora llevada a cabo en esa época por los sacerdotes italianos Aldo Naldo y Mario Piazza. Desde esa época, las Doroteas comenzaron a desplegar una laboriosa obra en la ciudad y en los barrios de la periferia, con la dedicación especial de formar animadores pastorales a la integridad de los jóvenes y de la mujer.

Ante el pedido de El Liberal, las hermanas Doroteas dejaron una carta de despedida a la comunidad friense, en la que se alegran de reconocer cierta madurez espiritual en las comunidades locales, que permitirán el desarrollo y la difusión del Evangelio.

“Si bien la decisión de concluir nuestra misión está vigente desde el inicio del año, ha debido ser repentina y el tema del cierre de la comunidad responde a una etapa del proceso de discernimiento que nuestra congregación ha venido haciendo en estos años.

Reconocemos con gratitud que ha sido un período muy fecundo en nuestra historia, el carisma de la beata Anunciata Cochetti ha encontrado en Frías una tierra muy fértil. Si ahora tenemos que partir, nos queda la plena conciencia de que quedan comunidades de laicos ricas en dones y maduras en la fe.

Dejamos nuevas presencias que en el recuerdo hacen pasar por la mente figuras de hermanas que con amor transitaron las calles de esta ciudad. Lo sembrado queda en el corazón y empuja a vivir la vida con la confianza de que el que nunca se va es el Señor de la vida. En Él vivimos la amistad de la comunión que ni la distancia ni el tiempo podrán disminuir. Agradecemos infinitamente el aprecio y el cariño que siempre le brindaron a las hermanas. Ustedes han conocido el valor de la vida religiosa. Recen y acompañen el nacimiento de nuevas vocaciones”.

(Fuente: Aica)

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